domingo, 24 de abril de 2011

LUZ



Sentir que se tiene suerte en medio de una maraña de hechos, sentimientos y consecuencias, es, como mínimo, tener esperanza.


Me fijé, y vi que hay mucho verde alrededor. La primavera ha hecho brotar sus hojas, sus flores y, como consecuencia, nuestro jardín.


Intenté dejar lo incómodo de lado, me limité a disfrutar, respiré hondo, me empapé de energía. Me he preguntado mil veces cómo se verá mi vida desde otros ojos, cómo se percibirá desde allá arriba, desde ahí abajo, desde al lado.


Estoy aprendiendo a disfrutar de los días de lluvia, aunque me cuesta horrores prescindir del sol, saber que mis ojos aún brillan al mirarte, esperar con calma a que llegue ese momento, tener planes, tener futuro, tener la certeza de que aún nos queda por vivir ¿lo mejor?.






viernes, 1 de abril de 2011

YA


Todo tiene un final, eso está claro.


Veo próximo el de una etapa que si tuviera que calificar con una sola palabra sería: esclavitud.



Con los tiempos que corren, si dices que dejas un trabajo fijo, por poco van y te ponen la camisa de fuerza, pero los que te escuchan no saben que te la tendrán que poner de por vida si no lo dejas a tiempo.


Es cierto, tengo la sensación de fracaso, porque desde el día que dejé de estudiar, no he encontrado el camino correcto. Tengo claro que me equivoqué, que los años en la Universidad Pública no me sirvieron para ganarme la vida y que los años en la Universidad Privada sirvieron para gastar dinero y no recuperarlo ni en 5 años de trabajo.


Y mi límite de aguante estaba ahí, lo sabía o lo intuía, y tengo claro que mi vida personal no se toca, no se programa desde otro lugar, nadie manda sobre ella, no se me aconseja qué hacer o dónde ir en mi tiempo libre, mucho menos ponerme impedimentos a la hora de formar MI familia.


Pero la realidad es esa, si quieres una cosa renuncia a la otra y si te empeñas en mantener el trabajo ya te haremos la vida imposible para que te dé como mínimo un infarto.


Llegué a lo alto y observé el panorama, me di cuenta de que quiero seguir buscando, que no me conformo con lo que hay, que necesito VIVIR para sentir que merece la pena seguir luchando y no puedo permitir que nadie se quede con mi tiempo y mi presencia sino se lo merece.


¿Daños colaterales? No digo que no.