viernes, 30 de diciembre de 2016

VIDAS

De la red

Iba paseando tranquilamente por aquella calle poco transitada cuando de repente caí por una alcantarilla que sorprendentemente estaba abierta al mundo a esa hora tan intempestiva. ¡Para un día que iba mirando al cielo buscando rayos de sol que cegaran mi vista, resulta que el agujero estaba debajo y no lo vi venir!

La corriente de agua que por allí pasaba me hizo transitar por un laberinto de calles subterráneas sin tiempo para mirar escaparates o comprar el pan.

De repente un chorro del tamaño de un pequeño edificio en construcción me elevó y de nuevo caí, pero esta vez enfrente del nombre de una calle que me hizo pensar que quizá todo lo sucedido no tenía por qué ser casualidad.

...y fue poner un pie en el suelo y cambió mi color de piel. Fue poner el otro, y mi estatura creció y mi cuerpo adelgazó. Fue girarme a la izquierda y me dieron ganas de votar a los de derechas, por lo que me volteé a la derecha y se me quitaron las ganas de votar y de volver a girar.

Di un primer paso y ya no era logopeda ni maestra, ahora era artista: pintaba y escribía. Al segundo paso me quedé soltera, la alianza desapareció de mi dedo y dejó una huella blanca que se notaba demasiado en mi nueva piel color canela.

Al tercero resultó que comencé a hacer la mudanza, dejé de vivir con frío y me trasladé a disfrutar de la playa.

Por momentos me dieron ganas de volver por donde había venido y seguir con mi rutina, pero al llegar a una esquina me reflejé en un espejo y vi como la sombra de lo que fui salía despavorida, por lo que no lo dudé y decidí vivir sin miedo en la Calle De Los Cambios, asumiendo el riesgo de que podría ser diferente al despertar cada mañana, pero sabiendo que sería un poquito más grande en experiencias pasadas.