jueves, 24 de agosto de 2017

CONSECUENCIAS

De la red

Me incitaste a escribirte una carta un día, así de sopetón, sin pensar muy bien lo que decías ni valorar el peso de tu acción.

Debías creer que yo era una simple mortal y que mis palabras no dirían nada nuevo: letras más letras bienquedas, muertas, yacentes sobre una página en blanco. Nada más lejos de la realidad.

Mis frases esconden pequeños tesoros, son como piedras preciosas formando pulseras, collares, cadenas. Una no tiene sentido sin la anterior o la siguiente, van unidas a lo que pienso y dicen mucho más de lo que parece.

Mi trabajo acaba al entregar la carta, Ahora empieza el tuyo: aprender a leer. No como lo hicieron en el colegio cuando eras pequeño, sino a leer entre líneas, sin distraerte, buscando detalles que iluminen tus días o sentencias brutales que te remuevan las tripas.

Me incitaste a escribirte una carta un día, así de sopetón, como el que pide agua en el bar de la esquina pensando que el agua es agua se mire por donde se mire: que cae del cielo, que se arrastra por los ríos, que se envalentona en mares y océanos, que te limpia y también te quita la sed. Aguas que si no son tratadas provocan enfermedades mortales que acaban de golpe con tus ansias de beber.

Cartas, ganas, letras, tesoros, frases, agua, en definitiva, el comienzo de un conocimiento más hondo.

martes, 15 de agosto de 2017

PALABREJA


Soy una palabra que bien pudiera parecer cualquiera, pero yo soy afortunada por estar formada con mis letras, ellas siempre ordenadas, atentas, despiertas. Me tienen preparado el desayuno todas las mañanas y me organizan con precisión mi apretada agenda.

He formado parte de novelas, estoy en conversaciones de amor y hasta en alguna firma de hipoteca. Mi trabajo no es fácil porque como el mejor actor diría, hay que modular la voz, meterse en el papel y estar siempre preparado para actuar de noche o de día. 

Me encanta ser escrita con tinta, lápices o tizas, adornar paredes en la calle o formar parte de los guiones de una vieja serie de policías. Adoro ser nombrada a través de mujeres poderosas, hombres enamorados o niños y niñas que están empezando a ser educados.

Sueño con formar parte de ese viaje de nombre impronunciable del que hablan las palabras viejas. Aquel en el que te plasman rápidamente en un papiro para ser enrollado y en una botella metido. La rapidez de la escritura suele ir acompañada de alguna lágrima furtiva y de una temblorosa caligrafía, pero el deseo de ser leída hará a esa larga o corta travesía la experiencia más increíble de toda una vida.

Dicen que si formas parte de ese exclusivo elenco no volverás a ser la misma, que sufres un cambio interior provocado por la humedad y la sal marina. Que después no serás feliz cuando te toque lidiar en los despachos o estar enmarcada en una glorieta, que eso se quedará chico para cualquier palabreja, aquella que si logra viajar en una botella, sabe que será la única forma de ver el fondo del mar a la vez que mira hacia las estrellas.

martes, 1 de agosto de 2017

DESVIRTUAR


De la red

Me cubriste los ojos con una lente de aumento para que todo lo que enfocaran mis cristalinos tuviera una importancia más que relevante. Y me creí que el mundo era así de bonito.

Pasear agarrados de la mano se ha convertido en mi pasatiempo preferido, noto cómo las pieles se rozan y el equilibrio natural de la vida compensa nuestras temperaturas. Así ninguno de los dos está expuesto a pasar mucho calor o demasiado frío.

Me niego a creer que algún día, quizá próximo, quizá lejano, desearé quedarme con mi calor corporal y no compartirlo. Yo, que sufro desmayos cuando me baja la tensión a los suelos, necesito cada cierto tiempo mi droga de invierno poético. 

Tampoco quiero pensar que tú, que portas una gran corazón de hielo, renuncies a mis veranos tropicales que te salvan de terminar alojado en el congelador de un restaurante noruego. 


La lente de aumento también me provoca que mi visión del futuro sea, a pesar de las previsiones negativas, maravillosa.

Tendremos un hogar sin ruidos donde nos alojaremos fines de semana alternos, uno lo pasaremos con la gente sin lentes, porque necesitamos nuestra dosis de personas corrientes, y otro aislados de todos los peligros, aunque correremos el riesgo de quedarnos eternamente dormidos.