martes, 25 de enero de 2011

Entregada


...me mira de frente, con esa gotita pingando como si se relamiera de gusto.
Amenazante, hace que me tabalee con sólo sentir su presencia. Le hago cara, me enfrento, decaigo, me entrego...
¿Seré yo? ¿Serán ellas? Las dudas crecen, la curiosidad también, ¿cómo será estar llena de sustancias que modifican hasta la forma de ser? Hay gente que pagaría por ello, yo lo regalaría.
Llegó el día, la cuenta atrás, ¿haremos bien? Me temo que no lo sabremos hasta dentro de mucho tiempo.

jueves, 6 de enero de 2011

UNO


A menudo el vacío ocupa tu lugar, a menudo la distancia se interpone entre los dos.
Estoy aprendiendo a vivir en soledad y me asusta comprobar que le estoy cogiendo el gusto.
Miro al exterior desde la ventana más recóndita del edificio, ésa de la que casi nadie ha oído hablar, esa a la que se llega después de haber subido unas empinadas escaleras y de haber esquivado mil y un trastos viejos que se distribuyen por el suelo en un caos tan organizado, que da que pensar que tiene que haber una respuesta a tal repartición.
Sí, sé que no es agradable el camino hasta llegar a la pequeña abertura rectangular que se dibuja allá al fondo, pero las vistas, uff, lo poco que se ve es de tal belleza, de tal magnitud, que tus ojos sentirán adicción, una adicción que te obligará a volver una y otra vez.
Idealizo el momento en el que seamos dos, o tres o mil, en el que demos patadas exageradas a todo lo que impide nuestro libre movimiento, en el que escarbemos con las uñas un poquito cada día para hacer más grande el espacio por el que mirar, en el que cuando nuestras miradas se crucen veamos, únicamente, lo más bello los unos de los otros.