sábado, 25 de noviembre de 2017

CARIÑO

De la red
Si hay una palabra bonita en este mundo tan cambiante es justo esa que no se transforma en otra cosa con el paso de los años.

Esa que aporta una pizca de consuelo en los tiempos bajos, esa que acompaña y notifica su llegada en forma de abrazo o de llamada inesperada, esa a la que yo soy adicta después de haberme acostumbrado a poseerla y moldearla.

Aquella que cuando la compartes en vez de perder, la ganas, la que crece cuando duermes y disminuye con la rabia. Esa palabra que se une a un nombre propio y ya no hay como arrancarla. La que tiene género masculino pero también funciona a las mil maravillas con el femenino si sabes utilizarla.

La que cuando falta se crea un vacío inhóspito y hueco en el que aparecen musgos mohosos que acumulan ácaros y polvo. Ese lugar tan oscuro donde nadie quiere entrar ni con cascos, ni con porras, ni con escudos.

Por todo esto y porque hoy quiero mandarte una dosis enorme de cariño, te envío rosas secas que ya no sufren al dejar de ser bellas, mariposas caprichosas que se empeñan en volar al revés para demostrar que son poderosas, luces de colores que se adaptan a tu vista, a tu ritmo, a tus olores. Y por último te remito un gran abrazo, va empaquetado entre líneas, entre párrafos, parece sutil pero estaba premeditado.


lunes, 13 de noviembre de 2017

ALAS PARA SOÑAR

De la red

Llévame contigo de viaje, prometo portarme bien. Suelo ponerle pegas a quedarnos parados, pero por lo demás, no protestaré.

Si vamos en avión estaré encantada: volar como los pájaros pero sin alas. Atravesar las nubes sin poseer una ubicación exacta, perdernos en este mundo tan grande que lo tiene todo sin tener nada.

Dormiremos sin sueños, porque el sueño es ahora verdadero, pero nos abrazaremos tanto por las noches que por la mañana nuestros huesos sentirán intensos dolores. No quieren separarse porque sus células comparten secretos indiscretos, shhhh, silenciosos misterios tallados en claves óseas cubiertas de carne y músculos, piel y pelo, sudor y ropas.

Nos dejaremos llevar cuando atravesemos los ríos más peligrosos del planeta, bailaremos bajo la lluvia de los tifones, nos cogeremos de la mano cuando los terremotos nos derrumben, retaremos con la mirada a búfalos, tigres o leones.

Escribiré un diario centrándome en las sensaciones, metiendo el dedo hasta encontrar a las palabras latiendo. Diseccionaré por partes para descifrar tus silencios y mis pesares. Auscultaré los suspiros, secaré los sollozos, te leeré un cuento chino con final apoteósico.

Por cierto, la vuelta será desprogramada, estoy intentando con todas mis fuerzas que no sea posible acatarla .

viernes, 3 de noviembre de 2017

MI TIEMPO

De la red

Mi reloj pierde las horas, creo que se están asustando de vivir conmigo. Hace semanas que los minutos se camuflan entre segundos pasados de tiempo.

Y es que el paso de este último, el tiempo, apaga el color de las fachadas, agrieta a los bancos callejeros, nos encoge unos milímetros la estatura, arruga nuestra piel y nuestro pensamiento.

Todas las horas perdidas se juntan de vez en cuando en locales con mala fama, portando en sus muñecas y cuellos minutos de oro viejo. Les da por beber vino tempranillo por aquello de los recuerdos y juegan a la gallinita ciega con una cuenta atrás de por medio.

En aquel local se encuentran con relojes de arena y relojes de sol tristemente abandonados, ellos añoran los tiempos dorados en los que para ser útil las agujas no eran un requisito necesario. Observan a las horas con cierto grado de nostalgia y mucha rabia contenida, ellas ya existían hace miles y miles de años, sin embargo ellos son más actuales y ya están desactualizados. 

Pero las horas perdidas también sufren cuando llega lo oscuro, nadie las cubre con sábanas o mantas, nadie las besa, nadie les desea las buenas noches. Y si tienen pesadillas se van del sueño, tienden a abandonar todo lo que les perjudica, quizá ese sea el gran  secreto.