viernes, 11 de agosto de 2023

TIEMPO



El tiempo pasa sin darnos cuenta de que cada día se forman unas cuantas arrugas en alguna parte, intentamos sortearlas a base de recortes casi taurinos, crema por aquí, sérum por allá, filtro que las tape, maquillaje para despistar. Y, mientras tanto, lo que vive debajo de la apariencia lucha por no desaparecer. 


Tuve una vez valor, ese que poco a poco se esfumó. Me hizo conocer los entresuelos, me hizo gozar, me llevó al infierno. Esa mezcla entre lo prohibido y lo deseado, esa dicotomía peligrosa que es, ante todo, gustosa y adictiva.


También tuve empatía, la usé tanto que acabó derretida. Conseguí vivir vidas ajenas con sus dramas y sus éxitos como si de la mía se tratara. Llegué a tener tantos frentes abiertos que no sabía quién era al despertarme por las mañanas.


Tuve amor y lo mantengo intacto, la pega para mis amigos es que es maravilloso retenerlo, pero lamentablemente no he probado un traumático divorcio, ¡con la de sentimientos que entran en juego durante ese negocio!


Tuve fantasía y creo que la sigo teniendo. Por ejemplo, veo pajaritos cantando donde sólo hay ramas secas, tiendo a pintar estrellas bajo las nubes de las tormentas, siento mariposas cuando sólo son tripas revueltas...


Ahora sólo tengo realidad y vivir sin aditivos está resultando ser toda una experiencia. Creo que por fin sé en qué consiste esto, si me gusta o me desagrada será decidido en la soledad de mi misterio.