domingo, 16 de agosto de 2020

DE PÁJAROS


Últimamente decenas de pájaros desorientados acuden hasta mí, unos se chocan contra mi cráneo, otros me hacen caca o pis.

Yo, que intento ir siempre tan correcta y tan divina tengo que cambiar la postura para evitar comerme palomas cuando lo que me apetece es caviar. Deshacerte de la rigidez cuesta horrores, sobre todo si la has llevado contigo de día y de noche.

Me ha dado por pensar que igual son aves mensajeras y que se comunican conmigo en morse moderno, un lenguaje más sucio, pero mucho más directo.

Un aletazo, significa: "¡despierta!". Un pico clavado: "eso duele, nena". Una deposición: "la estás cagando". Un pis amarillento: "qué a gusto te has quedado".

Así que me he comprado una libreta hecha de papel verjurado y he comenzado a atar cabos uniendo hechos y significados. De momento estoy a medio camino, creo que aún sufriré muchos más choques vespertinos.

Después de lavar mi piel y de adecentar mi ropa me miré al espejo: lejos de enfadarme por dejar de ir limpia, todos estos hechos los interpreto, simplemente, como una serendipia.


domingo, 2 de agosto de 2020

CURVAS

De la red
Tendemos a complicamos la existencia: nos empeñamos en crear curvas infinitas pudiendo ir en línea recta. 

La curva madre, cuando llega a la madurez, pare curvitas. Las reparte por el mundo, aunque tienen predilección por dejarlas campar a sus anchas donde las pendientes son pronunciadas. Una vez allí intentan ordenarse, pero al ser tan infantiles les cuesta mucho ponerse de acuerdo y organizarse.

Poseen ese aire despreocupado, como si hubieran sido dispuestas ahí a la fuerza y ellas se hubieran rebelado. Por tanto retorcerse y pegar gritos en silencio se han agrietado sus bordes hasta lugares infinitos. 

El asfalto cubre sus huecos, esos agujeros grandes y profundos que por desgracia todos conocemos.

Expertos con nombres desconocidos las han estudiado y han convocado prestigiosos congresos internacionales cada verano. Han intentado ponerlas rectas aplicándoles métodos físicos y productos químicos, ofreciéndoles sobornos o buscando una confesión. Lamentablemente ni la tortura ni la psicoterapia personalizada le ha dado a nadie hasta ahora la razón.

Las curvas son y siempre serán curvas, esa especie de sonrisa cóncava que intenta abrazarse a sí misma aunque nunca lo logra.