jueves, 23 de febrero de 2017

SINTETIZANDO SUEÑOS

De la red

Anochece fuera y dentro empieza a adornarse la estancia que acogerá la festividad diaria que rodea a los sueños: dulces en vez de piedras, zeppelines en lugar de nubes. Y entre ellos, vestidos con camisones morados, ángeles y angelitas volando, desplumándose las alas a pellizcos o adornándose con flores sus rizos dorados.

Comienza el sueño pasando lista en orden alfabético: tú y yo, la T se nombra primero porque la Y tiene un nombre muy largo, si lo hubiéramos hecho al revés es posible que te hubieras dormido sin soñar por estar demasiado cansado. 

La temática se elige en una gramola donde están reunidos y con títulos en negrita los hechos que acontecieron en el pasado, los sucedidos durante el día e incluso los imaginados por Y con T y los de T con Y y con aquella maleta...

Sin pensárselo dos veces escogieron soñar con la historia más arriesgada e incierta. Los angelitos se llevaron las manos a la boca y fruncieron el ceño, mientras que unas ovejas que pasaban por allí diciendo beeee decidieron cambiarse rápidamente de sueño.

Se quedaron esperando con la única compañía del eco de algunos pasos. Unos se iban y otros se fueron acercando. Decidieron entonces cerrar los ojos, agarrarse las manos y dar un paso adelante para empezar a vivir el sueño que entre los dos habían creado.


lunes, 6 de febrero de 2017

CALL ME

De la red


Casi se quedó ciega de tanto mirarlo, con el paso del tiempo una capa llamada catarata se interpuso entre ellos. No le sirvió de nada comprarse unas gafas graduadas, cerrar los ojos a menudo o rezarle a Santa Lucía los domingos por la mañana.

Fue notando que al teléfono le sucedía algo parecido, se empezó a deslucir, los números mostraban su rebeldía cambiándose de lugar cada semana, poco después desapareció su color natural y el cable se enroscó de tal manera que parecía un tornado en continuo movimiento que hubiera arrasado a cientos y cientos de ciudades y campamentos.

Una noche, así sin esperarlo, el teléfono sonó. Después de buscarlo con las manos, descolgó. 
Al oír su voz decidió cerrar los ojos, las palabras la envolvieron en un manto de calma, se olvidó del pasado, se olvidó del teléfono, recibió un tratamiento intensivo sin necesidad de operaciones o medicamentos.

La conversación fue larga y unidireccional, ella solo escuchaba y sin saberlo las cataratas fueron desapareciendo. 

Cuando colgó y abrió los ojos fue cuando se dio cuenta de los cambios producidos: con la llamada ansiada ella recuperó la vista, pero a cambio su teléfono envejeció más rápido, pudo verle arrugas en las comisuras y cómo el auricular se había gastado a causa de las palabras tan bonitas como corrosivas que hasta ella habían llegado.