martes, 26 de marzo de 2013

LLUVIA

La lluvia consigue entristecer hasta al más optimista, encierro obligatorio que te lleva a pensar más de la cuenta.

Y es entonces cuando los fantasmas vuelven, vestiditos de blanco y con la bola a rastras..

Imagino cómo serían los míos si cada uno pudiéramos diseñar a nuestro antojo a esos seres inanimados:  levitarían de lado girando como bailarinas, tendrían trencitas hasta las rodillas, sábana de felpa de colores chillones y gafas oscuras tapando su mirada.

Los vería venir de lejos y tendría tiempo para cerrar puertas y ventanas, les habría preparado una barbacoa en la terraza, para que se sentaran ahí y no osaran llamar a mi casa. Una vez saciados de carnes grasas, no podrían volar ni tentar a la gente, serían despedidos de la empresa por no cumplir los requisitos establecidos y entonces vagarían por las calles entre la gente, inofensivos, sin recursos, arrastrando la bola oxidada por la lluvia que inunda nuestras ciudades éstos días.

4 comentarios:

Noelplebeyo dijo...

Jo...envías a los fantasmas a las listas del paro ;-)

Los fantasmas , al menos los mios, no aparecen. Van pegados a mí y surgen sin previo aviso. De todas maneras, también se asustan

Besos

A. Sandler dijo...

los míos estarían en el bar tomándose la penúltima,...algo que hace un tanto que no hago;)

María dijo...

Al paro, a realizar cursos de formación terrestre.

;)

María dijo...

Si lo están haciendo ellos por ti, estupendo!

Aunque de vez en cuando no viene mal recordar tiempos pasados. ;)