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De la red |
Cicatriz con patas se pasea por el mundo como el que conoce el camino aunque no sabe a dónde va.
Las gotitas de sangre que rebosan de su cuerpo van dejando un rastro rojizo que si lo miras con perspectiva verás que forma una imagen que describe a una genocida: está escribiendo el exterminio de su propia vida.
Cierra los ojos y recuerda aquel primer día, cuando una pequeña llaga supuraba y dolía. Intentó curarla con apósitos y medicamentos, pero la herida resistió y a partir de ese momento comandó una legión.
Cicatriz con patas lo aceptó, incluso la retocó con maquillaje para que pareciera un moderno tatuaje al que todos le hacían fotos y lo alababan por su gran precisión. Pero el color la delataba y estar partida en dos tampoco ayudaba.
Cambia de destino, es experta en hacer mudanzas, viste de colores y se tapa en la playa. No se relaciona demasiado con la gente, no le gusta la morcilla, ni su pelo, ni sus dientes. Sin embargo, respira, nutre sus pulmones, escribe poesía y al final del día acaba escuchando canciones esbozando, pese a su cicatriz, una gran sonrisa.
2 comentarios:
Creo que todos los que nos entregamos a la vida con pasión, salimos con cicatrices. Depende de nosotros transmutar las heridas, en tu caso las transformaste en un excelente texto.
Besos
Todas esas marcas que llevamos en la mochila de la vida a veces nos aplastan, pero también nos dan la oportunidad de detenernos a un lado del camino y mirarlas una por una. Podemos darles otra perspectiva, compararlas con lo que hemos vivido desde su origen hasta hoy.
Quizás, aunque cargar con ellas sea duro, también vamos dejando algunos de esos contrapesos por el camino, tomando impulso y preparándonos para lo que venga.
Qué lindo reencontrarme con este blog, pensé que era el único que seguía escribiendo por aquí. Un beso María!
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