domingo, 11 de octubre de 2015

EXPERIMENTO


Di la vuelta a la esquina y una vez más estabas ahí, esperando mi llegada.

Una ráfaga de viento que se escapó de un huracán lejano llegó hasta el callejón y me levantó un poquito la falda. Yo me asusté e instintivamente dibujé sobre aquella pared grisácea el gesto de protegerme, del viento y de ti.

Sacaste de tu chistera, como si de un mago infantil se tratara, un ramo de flores que duplicó su tamaño según se acercaba a mi persona. Daba la impresión de que él crecía a la vez que yo disminuía.

Terminé viendo desde el suelo la inmensidad de todo lo que me rodeaba, de repente me quedé sin voz, noté cómo me creció un gran rabo y comencé a andar a cuatro patas. Desarrollé el olfato de tal forma, que podía distinguir el precio de cada tipo de queso en aquella famosa carnicería que quedaba a unas cuantas manzanas de allí. Quise huir, pero fuiste rápido y...

...me hipnotizaste con el aroma de tus flores. De repente volvieron los recuerdos y fui feliz por un instante al vislumbrar los fotogramas de la película de nuestra vida anterior. 

Pero también sentí los pisotones que me diste al no verme ahí abajo, las caídas desde tu lomo debidas a la gran velocidad a la que viajaba tu vida, el esfuerzo que hice para deslumbrarte esa noche y lo poco que valoraste el gesto...

Me acerqué a tu oído y susurré unas palabras. Tú cerraste los ojos y tragaste saliva con bastante dificultad.

Mientras me alejaba por el callejón sujetándome la falda, me dije que hacía bien, que me lo habían mostrado, que estaba científicamente comprobado que una ratita de laboratorio como yo nunca sería feliz compartiendo sus días con un elefante africano de la sabana. Más que por la diferencia de culturas, por el tamaño de nuestro cuerpo, pero sobre todo, de nuestra esperanza de vida.

10 comentarios:

Noelplebeyo dijo...

La relación entre ratones y elefantes están mitificadas. Los elefantes ni se dan cuenta y en todo caso aplastarían sin ningún problema

Pero son estos últimos los que resisten como especie

AtHeNeA dijo...

Tus letras me atrapan hasta el final y me hacen pensar....
Quiero ramos de sensaciones...digo flores a cada paso aunque me ocuoaré de llevar pantalón.

Es que... Las cosas no se miden por su duración sino la intensidad con la que suceden

Un abraz✴

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Tienes un estilo muy personal que juega muy bien con el subrealismo y la psicodelia. Te seguiré.Es muy interesante, aunque no sea fácil.
Salud.

ოᕱᏒᎥꂅ dijo...

a veces se trata de eso, de complementarse más que de ser iguales....
besos.

A. dijo...


Me ha encantado María.

Los elefantes son de animales favoritos, dicen que son de los poquísimos animales que tienen la capacidad reconocerse ante un espejo, adoptan crías ajenas y le rinden duelos a sus muertos.

Un beso.

Pd. Venía con la intención de hacerme tu seguidora, pero veo que como yo, no tienes esa opción en tu blog. :)

María dijo...

En la próxima vida, me pido ser elefanta ;)

María dijo...

Tú lo has dicho, intensidad y valor es lo que busco.

Besazos.

María dijo...

Gracias por la visita. ¿No fácil? Me gusta ponerle siempre un punto de reflexión personal.

Un saludo.

María dijo...

Debería ser siempre eso, así no tendríamos tantos quebraderos de cabeza intentando cambiar a los demás.

Abrazazo

María dijo...

... Y si te regalan flores... Para deshacerse!!

PD. Investigaré lo de hacerse seguidor/a. Las nuevas tecnologías no son lo mío.

Besazos.