lunes, 24 de octubre de 2016

LUNA

De la red
La noche en la que la luna empezó a desparramarse sin motivo empezaron a sucederse hechos extraños aquí en La Tierra. Las mareas dejaron de marearse y comenzaron a viajar sin tener que tomar pastillas, las sirenas comenzaron a andar y perdieron sus escamas como quien pierde a la lotería, las medusas cesaron de picar y empezó a hacerlo un sencillo calamar que acabaría metido en una lata con una espesa salsa amarilla.

Los caracoles con orejas del pasado empezaron a tener sentido, necesitaban dónde sujetar sus lentes, ya que perdieron vista, olfato y hasta oído.

Las flores dejaron de tener color y se proyectaron en el espacio como un holograma predeterminado, estaban pero no eran, eran pero no estaban. Los amados dejaron de ser románticos, porque no había con qué elaborar los ramos. Las palabras dejaron de tener sentido y los besos junto a los abrazos, quedaron muy devaluados.

La lluvia empezó a caer hacia arriba, se formaban nubes submarinas que provocaban borrascas que entraban por el este y anticiclones anclados en el norte. A su vez, el sur y el oeste sufrieron inviernos gélidos y veranos fríos, respectivamente.

El sol empezó a tener problemas de autoestima, el espejo en el que se reflejaba dejó de mostrarle su cara cada día. Dejó de maquillarse, dejó de pulir su estela, empezó a crecerle pelo y a La Tierra cada vez llegaban más y más sombras sin sentido que sumieron a la población en un letargo absoluto por las mañanas y a la actividad frenética cuando daban las tantas.

Los niños se hicieron adultos y los adultos se hicieron niños. Las niñas se volvieron más niñas y las mujeres abuelitas. Dejaron, por lo tanto de haber madres o personas en cinta, el mundo se libró de los llantos y las cigüeñas, sin trabajo, pasaron a ser pájaros no de tercera, sino de quinta.

Los lobos ya no aullaban desesperados a la luna, se sentaron en las colinas a observar el espectáculo que desde allí se veía, y entre ellos cuchicheaban, gritaban, se decían lo que era un secreto a voces y ellos ya sabían: la luna no soportó más las vistas y prefirió derretirse y convertirse en gas, antes de seguir alumbrando las noches de nuestro hogar. 

14 comentarios:

ოᕱᏒᎥꂅ dijo...

y cuando dices que sucederá ese día? no me veo yo siendo la hija de mi hija.... se me entiende?? o quizá si... para devolverle todas las que me está dando... jajaja
preciso cuento mi querida amiga
besos otoñales

Liliana dijo...

...y pensar que para allá nos dirigimos!!!!!

Besos =))))

ana dijo...

Mi bisabuelo, contaba mi madre que ya decía que iba a pasar todo esto que tu cuentas aquí. Así que quizás tengamos que prepararnos. Un abrazo

Noelplebeyo dijo...

Vuelven los caracoles...ahora sí que tienen sentido sus orejas

El final es demoledor


No cuentas que los selenitas traerían todo el romanticismo que se perdería

Besos

María dijo...

Jeje, ya sabes que el día de mañana ella cuidará de ti de una y otra forma. Apúntalo bien para devolvérselo, jajaja.

Besazos

María dijo...

A una velocidad que da miedo...

Besazos

María dijo...

Hagámonos a la idea entonces, los bisabuelos eran sabios.

Abrazazo

María dijo...

Se hizo esperar la explicación, pero tenía sentido ¿ves?

Lo del romanticismo creo que es irrecuperable, ni los selenitas, ni los marcianos, ni los humanos.

Besos

Noelplebeyo dijo...

por eso hay sondas que surcan el espacio

en busca de un romantico Hedai

María dijo...

Jeje, pues están tardando en encontrarlo...

Ingrid Dietrich dijo...

Todos los cambios apocalípticos sólo hablan de los finales... Se intuye por detrás de todo el kaos de los nuevos principios...

A. dijo...

De todas estas tragedias, la que más me aflige es el sinsentido de las palabras, aunque la devaluacion de los besos y los abrazos me ha producido un enorme desasosiego.

Toquemos madera, mi querida María.

Besitos.

María dijo...

En ello estamos, te incluyo, AMIGA mía :)

Besazos

María dijo...

Historias inventadas, estoy segura de que tú no te encontrarás con palabras sinsentido y que recibirás abrazos y besos por doquier.

Va uno: muack