domingo, 29 de noviembre de 2015

PIRULETAS


El aire se había vuelto espeso a nuestro alrededor, era como si nos moviéramos debajo del agua, los músculos de las piernas se esforzaban para llevarnos hasta nuestro destino, pero acabaron agotados y sin ganas de nada.

De repente recibimos un golpe seco en la cabeza y notamos que se endulzaba nuestro interior. Miramos hacia arriba y nos sorprendieron cientos y cientos de aviones que lanzaban piruletas de corazón desde sus bodegas. A la vez observamos cómo las pupilas de los ojos de todo aquel que alzaba la mirada cambiaban de forma y parecían palpitar al compás de un bolero de Machín.

Me dio la impresión de que desde el cielo nos mandaban partículas microscópicas de auténtica felicidad, y resulta que yo ando escasa últimamente de eso en casa. Mi frigorífico no conserva por mucho tiempo los tupper que llené hace ya meses, los vecinos no prestan ya ni la sal, las noticias de los telediarios matutinos no dejan de llenar de color negro los huecos que nos quedan por aquí y por allá...

Así que urdí un plan para llenarme los bolsillos: los vacié de todo eso que me pesaba tanto y de lo que hasta ese momento parecía que no me podía separar y los rellené con dulces piruletas de sabor a fresa y sin pizca de sal. 

Los rellené tanto, que cambió la perspectiva que los demás tenían de mí. Tanto, tanto, que la persona que caminaba a mi lado se volvió loca buscando a la antigua María que portaba un halo gris.

Y así como por arte de magia, el aire espeso se evaporó, surgió de la nada una ligereza indescriptible que rápidamente me envolvió. 

Rodéate de dulce a menudo y regálale tus lametazos más sinceros a las piruletas. Comparte con los demás las conclusiones que saques cuando el efecto del azúcar aún esté en tu cuerpo. Alza la mirada a menudo y busca entre las nubes o las estrellas, allí arriba hay tesoros esperando a ser descubiertos, y del tamaño de tus pupilas depende que los veas o queden para siempre olvidados en el tiempo.


8 comentarios:

A. dijo...

Quizás estoy viciada María, pero tengo la certeza que es precisamente la búsqueda de esos pequeños tesoros la que me obliga a rebuscar en mis adentros y que es sin duda el mejor de mis recursos de conexión conmigo misma, con lo que me rodea o incluso con lo que ni siquiera existe. :)

Nunca cambies, María.
Un beso.

PD. Gracias, te he respondido.

Miguel Ángel Pegarz dijo...

No sé si lo sabes, pero el azúcar tiene un componente adictivo.Bello texto, estás hecha una poeta. Personalmente, y sin ánimo de meterme donde no me llaman, me sobra el último párrafo. Deja que el lector saque sus propias conclusiones. Pero yo no soy quién para corregirte, sólo es una opinión.

Noelplebeyo dijo...

Las piluretas son el remedio caido del cielo

Yo soy más prosaico, pero un buen jamón en la tierra, y asomándose bajo una sábana

Inigualable

Liliana dijo...

Qué bien!
Parece que lo nublado se va quitando y aparece el SOL!
Me alegro un montón. =))))

Abrazos♥

María dijo...

No cambies tú! Seguir por esa senda, la correcta, la que aporta vida!!

Respira hondo y adelante!

Abrazazo.

María dijo...

Me declaro adicta al azúcar y al escribir.
Tendré en cuenta el apunte que has aportado.

Un saludo.

María dijo...

Jamón de Guijuelo, por supuesto...

María dijo...

Poco a poco... Se trata de tener paciencia y fuerza para levantar la persiana.

Abrazo