domingo, 6 de marzo de 2016

TITIRITERA


De la red

Cuéntame una vez más la historia de la niña que soñaba con ser poeta. De cómo escribía en las paredes de su casa dejando desde muy pequeña su huella y su firma. De cómo le ataron las manos a la espalda para que dedicara su tiempo libre a otras cosas más provechosas, de cómo la apartaron de sus sueños y fantasías y la plantaron a la fuerza en medio de un mundo que ella no entendía.

Se movía con pies de plomo entre el bullicio y las malas caras matutinas, los días se le hacían grandes y las noches muy pequeñitas. Ese no era su sitio y ella lo sabía.

Una tarde aprovechó un descuido y se fugó, después de pasar muchas horas sentada en un banco mirando a la gente empezó a comprenderlo: su labor era estar arriba, mirar sin ser vista, aportar sin recibir sueldo o pensión, dedicarse a imaginar su mundo perfecto lejos del caos y de la imperfección.

Se mudó a las nubes, construyó una cabaña, por el día cerraba las puertas y ventanas y al llegar la noche, después de cenar ligero, se sentaba a pescar estrellas varadas. Llegaban hasta ella brillando con dificultad, las auscultaba, las pulía, vendaba sus picos heridos y, con mucho mimo, curaba sus heridas y les daba jarabe para la tos lunar.

Después de unos días de reposo las convencía para volver a lucir. Ella sabía que tenían miedo pero las empujaba con un ligero toque en su espalda sin que se dieran cuenta y en cuestión de segundos empezaban de nuevo a brillar.


Las organizó en una constelación especial, una tras otra, a una distancia predeterminada y sabiendo que todas eran antiguas estrellas varadas que hoy en día centelleaban más que nunca porque tenían unos hilos invisibles que las protegían de los agujeros negros y de las supernovas despistadas.

La niña que un día quiso ser poeta, terminó siendo titiritera de estrellas, de las que están lisiadas, de las que tienen traumas, de las que cuentan historias, de las que nunca se apagan.


20 comentarios:

Noelplebeyo dijo...

tos lunar

menuda gravedad - festival del humor -

es como ser un dios manejando los hilos

eso es tener arte

Liliana dijo...

Ups!

=(((((

sin palabras

Katrina dijo...

Yo era como la niña que quería ser poeta, pero nunca encontré una casa en las nubes y me tuve que conformar con intentar curar las estrellas terrenales, las luminosas almas que sufren acá.
Muy bello tu texto, me ha dado una nostalgia de lo que aun no ocurre. Un sentimiento bonito con instintos de mar =)

ოᕱᏒᎥꂅ dijo...

simplemente maravilloso.....
creo que todos hemos dejado algo en el camino...
besos

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Magistral. Brilla lustroso este texto.

A. dijo...

Pero, qué hermoso texto !!
Bueno,viniendo de ti no podía ser de otra manera.

Abrazo grande.

Nadia Alejandra dijo...

Qué relato tan lindo <3 Es lo más tierno que he leído hoy.
Yo también era como esa niña, pero aún sigo buscando mi casa entre las nubes. Espero encontrarla uno de estos días :)

Besitos!!!

María dijo...

La tos, lunar o terrícola puede llegar a ser grave si no te miman.

Besos

María dijo...

Jajaja, poco y mucho dices.

Besos mil

María dijo...

Tu misión es superior a cualquier otra y esa nostalgia, achúchala!

Besazos

María dijo...

Dejamos de todo por el camino, por suerte, encontramos otro tanto.

Besos

María dijo...

Jeje, gracias por tan brillante comentario, el texto, para disfrutarlo.

Un saludo

María dijo...

Me ruborizas, me sobrepasa, orgullosa de ti.

Abrazazo

María dijo...

Sigue buscando, no abandones nunca.

Besazos

Recomenzar dijo...

Intensidad en lo que has escrito
:)

María dijo...

Intentó ir más allá de lo superfluo.

Gracias por estar. Besos.

Sara O. Durán dijo...

Hola, María, es un texto precioso. Sólo con corazón de poeta podría dedicarse Ama ese tipo de estrellas tan especiales.
Un abrazo.

María dijo...

Qué bonito! Tu comentario también es poesía.

Un abrazo enorme.

Mariyo dijo...

Curandera de estrellas.... Yo brillo cada día más gracias a ti preciosa...
siempre estaré en tu constelación....

María dijo...

Curaré y seguiré puliendo. Tú brilla sin temor.

Un beso