domingo, 29 de noviembre de 2015
PIRULETAS
El aire se había vuelto espeso a nuestro alrededor, era como si nos moviéramos debajo del agua, los músculos de las piernas se esforzaban para llevarnos hasta nuestro destino, pero acabaron agotados y sin ganas de nada.
De repente recibimos un golpe seco en la cabeza y notamos que se endulzaba nuestro interior. Miramos hacia arriba y nos sorprendieron cientos y cientos de aviones que lanzaban piruletas de corazón desde sus bodegas. A la vez observamos cómo las pupilas de los ojos de todo aquel que alzaba la mirada cambiaban de forma y parecían palpitar al compás de un bolero de Machín.
Me dio la impresión de que desde el cielo nos mandaban partículas microscópicas de auténtica felicidad, y resulta que yo ando escasa últimamente de eso en casa. Mi frigorífico no conserva por mucho tiempo los tupper que llené hace ya meses, los vecinos no prestan ya ni la sal, las noticias de los telediarios matutinos no dejan de llenar de color negro los huecos que nos quedan por aquí y por allá...
Así que urdí un plan para llenarme los bolsillos: los vacié de todo eso que me pesaba tanto y de lo que hasta ese momento parecía que no me podía separar y los rellené con dulces piruletas de sabor a fresa y sin pizca de sal.
Los rellené tanto, que cambió la perspectiva que los demás tenían de mí. Tanto, tanto, que la persona que caminaba a mi lado se volvió loca buscando a la antigua María que portaba un halo gris.
Y así como por arte de magia, el aire espeso se evaporó, surgió de la nada una ligereza indescriptible que rápidamente me envolvió.
Rodéate de dulce a menudo y regálale tus lametazos más sinceros a las piruletas. Comparte con los demás las conclusiones que saques cuando el efecto del azúcar aún esté en tu cuerpo. Alza la mirada a menudo y busca entre las nubes o las estrellas, allí arriba hay tesoros esperando a ser descubiertos, y del tamaño de tus pupilas depende que los veas o queden para siempre olvidados en el tiempo.
jueves, 19 de noviembre de 2015
ATADURAS
Cuando me compré aquellos zapatos, el dependiente me informó sobre sus cualidades: "son flexibles, transpirables, cómodos y además llevan cordones hechos con fibras de algodón".
...y me los puse aquel primer día. De repente noté que veía el mundo unos tres centímetros más arriba, la perspectiva había cambiado: por primera vez pude distinguir en los escaparates los precios de los pasteles en las baldas de arriba sin tener que ponerme de puntillas, empecé a mirar de frente a las coronillas sin pelo que abundaban por las calles ¡muchas más de las que creía!, y resultó cierto que me costaba mucho menos ir corriendo a todas partes, sin sufrir calambres, dolores o rozaduras incómodas o malignas.
Me acomodé tanto a ellos que al dormir, los pies me los pedían. Llegué a tener sueños extraños, donde me abordaban por las calles sandalias de tiras, bambas vulgares o zapatillas. Se ponían en pie y formaban una cadena inabarcable, se empeñaban en calzarme y después de varios intentos fallidos, al mirar hacia abajo, observaba con asombro cómo mis pies salían corriendo y a mí me dejaban con el problema.
Una mañana, a eso de las ocho y media, pude observar en la calle que mis extraordinarios zapatos dejaban las mismas huellas que los cientos y cientos de pisadas que ya habían pasado antes por allí.
Intenté alejarme un poco del camino y no fue posible. Creo que es probable que los zapateros introduzcan una especie de imán que se adhiere a unos carriles subterráneos que nos llevan a todos al mismo sitio.
Así que sólo tuve que agacharme para comprobarlo, deshacer con un simple movimiento de los dedos el nudo de los cordones hechos con fibras de algodón, flexionar los pies y hacer el gesto de sacarlos, atreverme a posarlos sobre la tierra sin protegerlos y decidir en cuestión de segundos, el camino que deseaba tomar.
Allí quedaron, en medio del asfalto, sólo espero que nadie caiga en el engaño y que por muy atrayentes que parezcan, no vuelvan a tener dueño fijo, dejadlos que vayan solos por los carriles, que salgan vacíos por las mañanas y procurad por vuestro bien, que regresen por las noches sin compañía.
martes, 10 de noviembre de 2015
PÁJAROS EN LA CABEZA
"Dale pienso una vez al día y con eso bastará" -dijo el entendido en estos temas.
Y así lo hice, pero resulta que en mi cabeza habitaba más de un ave, alguna doméstica, pero muchas salvajes mezcladas entre exóticas, zancudas y rapaces.
Empezaron a pasar hambre y tenían que pelear por cada grano de alpiste. Yo notaba algo extraño por ahí dentro y decidí pensar y pensar, con ello tapaba los ruidos que hacían con sus patas pero mi "pienso" los hizo engordar. Total, que en vez de mejorar, fui para atrás.
Tener tantos pájaros en la cabeza me produjo un despunte artístico, una fama inmerecida, me llenaron de galones, de medallas, me pedían autógrafos, querían mis fotografías y, curiosamente, en éstas últimas fue donde observé que los demás sí, pero yo, nunca sonreía.
El remedio fue drástico, introducir jaulas con cebo para ir cazando uno por uno, después dejarlos en libertad e intentar empezar de cero.
No está siendo fácil, con los pájaros volaron recuerdos, sensaciones, "eriza pelos", me quedé vacía en emociones, me faltan estímulos externos, me limito a programar una rutina y a no salirme del camino derecho.
¿Y ahora, sonrío?
Yo diría que no. Curiosamente sólo lo hago cuando alzo la mirada y reconozco volando a alguna de mis aves alimentadas con mi pienso. Observo como me guiñan sus ojos sin pestañas y reconozco entonces que las echo de menos. Ahora se me presenta otro problema: resulta que me sobra alpiste y no tengo donde meterlo.
martes, 20 de octubre de 2015
"PARAVIDA"
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De la red |
Paseando una tarde lluviosa por una calle cualquiera, llamó mi atención un paraguas que se vendía a precio de saldo.
Una gota aislada me dio la señal, pegué un brinco y en cuestión de minutos me hice con él.
De repente un trueno hizo temblar el suelo y sin saber cómo ni por qué, me elevé, primero unos metros y después unos kilómetros, del asfaltado suelo.
Mis piernas descansaron, pero mis brazos tuvieron que tensarse para sujetarse bien fuerte al paraguas abierto, que en cuestión de segundos cambió de profesión: ahora le tocaba ser mi salvavidas.
Desde ahí arriba, la visión de los tejados tan imperfectos contrastaba con la perfección de las carreteras y autopistas, y no pude evitar cuestionarme dónde prefería aterrizar.
Los tejados son complejos, los construyen con entramados inamovibles en el tiempo, pero se van desgastando y aunque no lo parezcan, algunos son frágiles por dentro. Además están llenos de antenas puntiagudas, de nidos de palomas con huevos de sus crías, y no quisiera ser yo la culpable de que no nazcan esas palomitas.
Las carreteras, sin embargo, son vastas, lisas, largas y muy bien definidas. Pero corro el riesgo de que me atropelle un camión cargado de cactus importados desde algún desierto lejano y terminar con púas adheridas a mi piel para el resto de mi vida.
Por lo que ...cierro los ojos y decido seguir viajando, que las corrientes de aire fabriquen mi cama y que las plumas sueltas de los pájaros formen mi edredón. Adoro el silencio que se respira allí arriba, me nutre el vacío, la nada, la luna, el sol...
Fuiste un paraguas, fuiste un paracaídas, hoy te cambio el nombre y te llamo desde ya mi paraVIDA.
domingo, 11 de octubre de 2015
EXPERIMENTO
Di la vuelta a la esquina y una vez más estabas ahí, esperando mi llegada.
Una ráfaga de viento que se escapó de un huracán lejano llegó hasta el callejón y me levantó un poquito la falda. Yo me asusté e instintivamente dibujé sobre aquella pared grisácea el gesto de protegerme, del viento y de ti.
Sacaste de tu chistera, como si de un mago infantil se tratara, un ramo de flores que duplicó su tamaño según se acercaba a mi persona. Daba la impresión de que él crecía a la vez que yo disminuía.
Terminé viendo desde el suelo la inmensidad de todo lo que me rodeaba, de repente me quedé sin voz, noté cómo me creció un gran rabo y comencé a andar a cuatro patas. Desarrollé el olfato de tal forma, que podía distinguir el precio de cada tipo de queso en aquella famosa carnicería que quedaba a unas cuantas manzanas de allí. Quise huir, pero fuiste rápido y...
...me hipnotizaste con el aroma de tus flores. De repente volvieron los recuerdos y fui feliz por un instante al vislumbrar los fotogramas de la película de nuestra vida anterior.
Pero también sentí los pisotones que me diste al no verme ahí abajo, las caídas desde tu lomo debidas a la gran velocidad a la que viajaba tu vida, el esfuerzo que hice para deslumbrarte esa noche y lo poco que valoraste el gesto...
Me acerqué a tu oído y susurré unas palabras. Tú cerraste los ojos y tragaste saliva con bastante dificultad.
Mientras me alejaba por el callejón sujetándome la falda, me dije que hacía bien, que me lo habían mostrado, que estaba científicamente comprobado que una ratita de laboratorio como yo nunca sería feliz compartiendo sus días con un elefante africano de la sabana. Más que por la diferencia de culturas, por el tamaño de nuestro cuerpo, pero sobre todo, de nuestra esperanza de vida.
martes, 29 de septiembre de 2015
REGALO
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De la red |
Quisiera empaquetarte muy despacio, con un papel suave y acolchado por dentro, porque tu piel es muy sensible si no la tocan mis manos, que están siempre calentitas e hidratadas para poder fundirse contigo y conseguir así, el equilibrio perfecto.
Tendrías forma de cuadrado, me gustan los números pares, las simetrías, los ángulos rectos, los vértices que no pueden mirarse entre ellos, crear la duda de si eres la base de apoyo o el lado rebelde e incorrecto.
Papel decorado con notas musicales, para que si te aburres durante el trayecto, con un simple toque, oigas tus más queridas canciones. Todas empezarán con violines abriendo el paso a las palabras y las cerrarán tus gestos, de alegría, de tristeza, de añoranza, de deseo...
Te enviaré a varios destinos y viajarás durante un año.
El trato será que la persona que lo reciba lo mantenga a la vista durante unos días, que cada mañana al levantarse se muera de ganas por abrirte, que imagine tu forma, que haga cábalas y que se ilusione, pero que te deje ir cuando corresponda, sin llantos ni lloros, con convencimiento y coraje.
Ah, olvidaba decirte que en vez de remite, escribí el siguiente mensaje:
¡ATENCIÓN!
Cosas bonitas
dentro
Eso quiere decir que igual no vuelves, pero en el fondo deseo fervientemente que ninguna mano se haya atrevido a abrirte antes de tiempo, sin haberme dado la oportunidad de ser yo quien te quite con cuidado el celo que te sujeta para que no desparrames tus cosas bonitas por el suelo.
lunes, 21 de septiembre de 2015
APUESTA
La cara:
"¡Apuesto un corazón y me juego también medio bote de pastillas de las que inhiben el sentir!
¡Fíjate que la apuesta es grande! Si no sale bien, habrá días en los que nada me aislará del dolor, correré el peligro de que mis ventrículos y mis aurículas se confundan en sus funciones, mi sangre no reconocerá su camino y quizá me vuelva de color azul...
Y tu color favorito es el rojo...
Y ya no me verás tan atractiva...
Y tendré que cambiar el color de mi ropa, de mi pelo, de mi sombra de ojos y de mi carmín...
Y pareceré una persona enferma que se agarra a sus últimos días de vida con la debilidad de unas uñas azules y quebradizas.
"Todo eso, y mucho más, me juego, todo eso por ti"
La cruz:
"Pon ese corazón tuyo ahí en esa caja, junto a los demás. A ver, déjame que le eche un vistazo así de lejos...
Vaya, tiene mucho brillo y un color muy intenso, ese es de los que laten fuerte y molestan por las noches con su ruido.
Lo que voy a hacer es guardarlo en el desván, allí lo meteré dentro de un saco viejo lleno de trigo, así si rebota cuando se altere, producirá sin mucho esfuerzo palomitas de maíz para nuestras tardes de domingo.
Si se pierde cualquier día, yo no me hago responsable de su búsqueda. Me bastará con abrir el cajón y colocar uno nuevo entre mis sábanas, me aprendo su nombre y como dice el guión, toca actuar"
La cara:
"... pero mi apuesta es muy arriesgada"
La cruz:
"...yo nunca me salgo del guión"
La cara:
"...puedo perder hasta mi corona"
La cruz:
"...fíjate, el que no juega no gana, yo nunca llegue a tener una corona y, sin embargo, creo que ya tengo tu corazón"
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