miércoles, 29 de diciembre de 2010
El olor de las estrellas
martes, 21 de diciembre de 2010
Daños colaterales
Sucesos mal categorizados surrealistas me han rodeado últimamente.
El mundo parece estar locooooo, seres vivos: hombres, animales y plantas, y seres inertes: piedras y demás objetos.
Si por mí fuera el telediario lo protagonizarían alguna población diferente al ser humano, aunque en ocasiones cuesta identificarse con la especie en cuestión.
Imagino qué sucederá en las colmenas, ciudades cosmopolitas, adelantadas y modernas. Su noticia del día será, como no, la crisis. Llevan ya un par de años haciendo horas y horas extraordinarias de vuelos interpoblacionales para recaudar unos pocos mililitros de miel e ir pagando así religiosamente su celdilla dentro de la colmena, que no supera los dos centímetros cuadrados... Cada vez son menos, las abejas emigran a países donde aún hay flores.
Imagino los hormigueros, superpoblados, teniendo que compartir espacios con las lombrices, esos vecinos tan viscosamente desagradables, famélicas por no tener migas de pan que llevarse a la boca. Los inviernos son tan largossss y tan durossss que no llegan las provisiones. Las que se aventuran a salir, no vuelven, por los corredores se ha extendido el rumor de que fueron pasto de algún oso, como no, hormiguero, que deambulaba sin rumbo fijo en busca de tal manjar.
Imagino por último la vida del que imagina, inventando mundos irreales con trazos de su realidad.
Como dice la canción: "Ya no sé si el mundo está al revés o soy yo el que va cabeza abajo"