De la red |
A ratos quisiera darle la vuelta a mi cuerpo: guardar las cicatrices que tiene la piel y enseñar todos los órganos, los músculos y los huesos. Estoy convencida de que con las cosquillas al hígado también se le pone la piel de gallina.
De esta forma podría eliminar las grasas utilizando mi lavavajillas más concentrado, esculpiría las abdominales siguiendo un estricto proceso y los tatuajes que quisiera tendrían que ser dibujados única y exclusivamente sobre el esqueleto.
Los globos oculares esconderían muchos datos, todo lo que decimos con la mirada, pero el corazón acelerado se mostraría aireado y sin poder tapar su rubor ante tu inminente llegada.
Por otro lado, la piel dejaría de exhibir su color y eso nos ahorraría problemas cotidianos. El vello crecería y, además, lunares, espinillas y pecas convivirían en armoniosa armonía.
Aprovecharía para quitarme con pinzas todos los tumores benignos y a los malignos les impondría una estricta cuarentena. Todo se irá viendo, pero tengo claro que cambiaría el vivir muriendo, por el morir viviendo.