lunes, 14 de octubre de 2019

HILANDO

De la red
Soy la mano que mueve los hilos, suelo practicar por las noches modificando el camino por el que transitan tus sueños, quitando las piedras, cerrando tus párpados o equilibrando nuestros desequilibrios.

Con el dedo índice dibujo un trayecto y sin atisbo de dudas o dudando, pero sin miedo, comienzas a dar pasos adelante a la vez que se borran los traspiés que te resultaban agobiantes. El secreto pasa por no escucharlos: cuando comienzan a gritar pidiendo auxilio, voy yo y embotello esos alaridos.

Adornar el escenario es otra forma de cuidar lo querido. Pongo lunas llenas entre los ramajes y cascadas caudalosas en lo alto del paraje. Con las hojas de los árboles hago magia de la buena, cada vez que tocas una se convierte en alimento, desde una rica anchoa hasta un centollo suculento.

Algunos días me apetece tocar el piano y según salen las notas siento que estoy dentro del sueño. Los Do camuflan tus sentidos, mientras que los Fa los junta con los míos. Las teclas blancas se mezclan con las negras y en esos grises descubrimos algo más que la materia.

Los hilos que maneja mi mano están trenzados con mucho cuidado, cada día los lavo, cada tarde los cepillo, cada noche los animo antes de comenzar a trabajar, principalmente porque sé que de ellos depende gran parte de nuestro bienestar.