De la red |
Sujétame bien fuerte o caeré, dejando por el camino un rastro agridulce de latidos taquicárdicos que se desvanecerán en cuestión de segundos y, como por arte de magia, dejaré de existir.
Une con pegamento los trocitos de piel que se me han evaporado por culpa del ambiente húmedo que nos rodea, y crea con ellos un cuerpo nuevo lleno de luz y de incógnitas, que sólo podrán ser descifradas si conoces la respuesta correcta, esa que está ante tus ojos y no eres capaz de ver.
Mimetízate en medio del paisaje más simple que puede existir, el ser humano, y adquirirás, sin buscarlo, los conocimientos necesarios para destacar. Intenta entender la felicidad y tu único objetivo en la vida será pelear para sentirla.
Tómame el pulso de vez en cuando y escribe en ese viejo pentagrama la canción que tararea mi corazón por las mañanas.
Cuéntame cuentos inventados, de esos con finales sorprendentes, en los que no haya princesas, perdices o lobos feroces. Quiero de esos en los que hay música, pinceles, agua y flores: "un arpa dibujado en el tronco de ese árbol, que se borra después del aguacero que dará vida a las violetas..." la doble cara de todo, pintar de blanco para tapar el negro, morir para que otros puedan vivir, justificar la violencia buscando la paz.
En definitiva, prepara hueco en tu pecho y haz que me sienta parte de ti, concédeme el privilegio de ser tu maestra, de ayudarte a hacer los deberes cada anochecer, de explicarte lecciones de esta vida, que por momentos siento, que yo ya viví.