De la red |
¡Qué te parta un rayo! - Me dijeron un día...
...y un rayo me partió. Pudo haberlo hecho en cuatro, pero lo hizo solo en dos.
Por la grieta provocada empezaron a salir los adentros: siluetas deformadas de rencores enquistados, rubores y vergüenzas, miedos y angustias debidamente disfrazados.
Pero lo que no esperaba yo es que las decenas de mariposas que vivían en mi estómago salieran volando sin decir adiós. Pasar, pasó y resultó ser un acto relativamente lento, pero rodeado de un intenso dolor.
Todas abrieron las alas en su máximo esplendor, el problema es que estaban hacinadas y los choques fueron inevitables. Esto me provocó algunas arcadas y poco después comencé a sufrir cientos de calambres.
La mariposa más longeva se paró frente a mis dos partes y sentenció con sus palabras los motivos de su escape:
- "Da mucho vértigo salir de tu tripita, allí el trabajo ha sido placentero y gratificante, pero nos habíamos multiplicado tanto que apenas sentíamos ya las señales más importantes".