Últimamente decenas de pájaros desorientados acuden hasta mí, unos se chocan contra mi cráneo, otros me hacen caca o pis.
Yo, que intento ir siempre tan correcta y tan divina tengo que cambiar la postura para evitar comerme palomas cuando lo que me apetece es caviar. Deshacerte de la rigidez cuesta horrores, sobre todo si la has llevado contigo de día y de noche.
Me ha dado por pensar que igual son aves mensajeras y que se comunican conmigo en morse moderno, un lenguaje más sucio, pero mucho más directo.
Un aletazo, significa: "¡despierta!". Un pico clavado: "eso duele, nena". Una deposición: "la estás cagando". Un pis amarillento: "qué a gusto te has quedado".
Así que me he comprado una libreta hecha de papel verjurado y he comenzado a atar cabos uniendo hechos y significados. De momento estoy a medio camino, creo que aún sufriré muchos más choques vespertinos.
Después de lavar mi piel y de adecentar mi ropa me miré al espejo: lejos de enfadarme por dejar de ir limpia, todos estos hechos los interpreto, simplemente, como una serendipia.