De la red |
Fue un paseo matutino tan bien aprovechado que empezó en la playa y acabó en un bosque que aparentemente no parecía encantado, pero...
...al pisar una raíz a un helecho se deshizo de sus esporas, estas cayeron al suelo formando una agrupación militar sin igual. Lo más llamativo fueron las formas, de la nada les surgieron unas patitas largas con botas negras bien acordonadas que sabían desfilar.
Del susto me caí hacia atrás y en cuestión de segundos una capa de húmedo musgo envolvió mi cuerpo entero, unas lombrices recorrieron mi pierna izquierda y pequeñas arañas pasearon por mi cabeza. Sufrí ser poblada, pisada, mojada y arañada, eso fue sentirme Tierra.
Me desprendí del musgo con un aspaviento violento y sin querer darme un golpe me choqué con un abeto. Sus piñas cayeron encima de mis hombros y de mi espalda, de donde surgieron dos alas piñoneras que me elevaron hasta la parte más alta.
Desde allí pude diferenciar que el bosque no encantado era ficticio, solo se trataba de un oasis en medio de la playa en el que colarte cuando echas de menos a tus más apreciados amigos.