Pasó un día a principio de semana, quizá fue el resacón del día anterior, ese tipo de estados que nublan la razón y el entendimiento, después de una noche volando entre las nubes llega la mañana y, como si un pájaro me martilleara la cabeza, comencé a girar sobre mí misma y a dar manotazos al aire sin seguir ningún guión.
Pasó por allí el gato, le pisé el rabo con mis tacones, no fui capaz de aislarme de lo angustioso de mi estado y sin tiempo para pedir perdón, al intentar acariciarlo, me soltó un zarpazo.
"Tres direcciones" dijo el doctor, una por arañazo, la primera apuntaba a la derecha, como queriendo decir "cuidado, no quiero hacerte más daño", la segunda hacia la izquierda, "así me protejo yo" y la tercera y más profunda se dirigía hacia el centro, hacia lo profundo, hacia el corazón.
Desde entonces la herida está abierta, esperando la llegada de un prestigioso sanador, dicen que necesitará puntos de sutura y yo pido que los borden siguiendo algún patrón, para que cuando mire la cicatriz que quede, pueda leer bien clarito que el que se mueve mete la pata, pero que el movimiento es necesario para ir avanzando y dejar atrás la senda del dolor.
viernes, 28 de marzo de 2014
jueves, 20 de marzo de 2014
FLORECER
Y llegan las flores, inundan con su olor las calles y consiguen que tomes bocanadas de aire con sabor a lavanda.
Tumbada en la tierra, rozar con los dedos pedacitos de naturaleza, alzar la vista y observar a lo lejos el movimiento de las nubes, ponerle nombre a las formas y ver como en breve modifican su perfil para terminar siendo una masa volátil sin sentido ni razón.
Durante unos minutos parece que todo cuadra, el sol, el calor, las sonrisas del entorno, la valentía del momento, las palabras que provocan efectos visibles en la piel, el contacto de dos miradas que buscan y encuentran, ese tú y ese yo, un sin sentido, pero más terapéutico que una visita al doctor.
Y es que la vida es esto, detalles elevados a su máxima expresión, todo lo que nos pasa desapercibido por estar siempre ahí y no prestarle demasiada atención, un color, una silueta, un aroma, un sonido, una letra, una canción, instantes breves que pueden conseguir que te centres en la importancia de tu respiración, en buscar calidad en lo que entra y repartir por el cuerpo como chispitas de brillantina dosis y dosis de motivos para actuar con el corazón.
Tumbada en la tierra, rozar con los dedos pedacitos de naturaleza, alzar la vista y observar a lo lejos el movimiento de las nubes, ponerle nombre a las formas y ver como en breve modifican su perfil para terminar siendo una masa volátil sin sentido ni razón.
Durante unos minutos parece que todo cuadra, el sol, el calor, las sonrisas del entorno, la valentía del momento, las palabras que provocan efectos visibles en la piel, el contacto de dos miradas que buscan y encuentran, ese tú y ese yo, un sin sentido, pero más terapéutico que una visita al doctor.
Y es que la vida es esto, detalles elevados a su máxima expresión, todo lo que nos pasa desapercibido por estar siempre ahí y no prestarle demasiada atención, un color, una silueta, un aroma, un sonido, una letra, una canción, instantes breves que pueden conseguir que te centres en la importancia de tu respiración, en buscar calidad en lo que entra y repartir por el cuerpo como chispitas de brillantina dosis y dosis de motivos para actuar con el corazón.
domingo, 9 de marzo de 2014
ESQUINAS
A ratos siento que no soy más que una simple galleta, esa con la que me identifico gracias a mi nombre, un nombre que poseen cientos y cientos de personas, que no te sitúa por encima ni por debajo de nadie. Neutral, diría yo.
Te envasan en paquetes de veinte en veinte y tienes que lidiar una larga temporada con clones que con suerte se diferencian de ti únicamente por haber perdido una rayita de la pata de la M.
Puedes pasar meses puesta en una estantería, cientos y cientos de personas pasan cada día delante de ti y ni se fijan ¿puede haber mayor dolor que mostrarte en toda tu grandeza, ofrecer dulzor y alimento, y ser consciente de que la gran variedad que ofrece el mercado, en cuestión de galletas, hace que pases inadvertida?
Con suerte un día llegarás a una casa y serás la capa de arriba de unas natillas, la base crujiente de una tarta de queso riquísima o la tapa de un bocadillo de galletas y mantequilla.
Quiero ser redonda, no poseer esquinas, esquinas donde se agarra el polvo que atrae al rencor o la envidia, donde conviven arañas con patas largas y minúsculas polillas. Esquinas simples, esquinas dobles, esquinas tras esquinas, esa unión de dos líneas perpendiculares que no siempre cuadran en perfecta armonía.
Te envasan en paquetes de veinte en veinte y tienes que lidiar una larga temporada con clones que con suerte se diferencian de ti únicamente por haber perdido una rayita de la pata de la M.
Puedes pasar meses puesta en una estantería, cientos y cientos de personas pasan cada día delante de ti y ni se fijan ¿puede haber mayor dolor que mostrarte en toda tu grandeza, ofrecer dulzor y alimento, y ser consciente de que la gran variedad que ofrece el mercado, en cuestión de galletas, hace que pases inadvertida?
Con suerte un día llegarás a una casa y serás la capa de arriba de unas natillas, la base crujiente de una tarta de queso riquísima o la tapa de un bocadillo de galletas y mantequilla.
Quiero ser redonda, no poseer esquinas, esquinas donde se agarra el polvo que atrae al rencor o la envidia, donde conviven arañas con patas largas y minúsculas polillas. Esquinas simples, esquinas dobles, esquinas tras esquinas, esa unión de dos líneas perpendiculares que no siempre cuadran en perfecta armonía.
domingo, 2 de marzo de 2014
CULTIVANDO
Me resisto a pintar mi entorno de negro, he decidido salir de compras y volver a la cueva en la que últimamente habito, cargada con botes de pintura fluorescente, rodillos de pelo de llama y brochas con flecos ondulantes.
Plantaré en el jardín una semilla que llegó a mis manos hace tiempo, y que por culpa de mis mil y un despistes había dejado en el olvido. La semilla está cargada de optimismo, tiene una tonalidad rosa opaca, echa raíces en dos días y brotes de color y fantasía.
Igual brota el lunes una copa de buen vino, el martes la recomendación más acertada, el miércoles chucherías y vinilos, el jueves te abre la página adecuada de aquel viejo libro y los viernes, sábados y domingos, sólo te aconseja atender a los que te rodean, darle muchos besos y mimos.
Cuando fuera llueve y observo por la ventana al gran árbol en el que se ha convertido, mis ojos no pueden pararse a contemplar tanto batiburrillo, aÍslan cada hoja de cada rama y recuerdan todas las razones por las que ahora así lo miro: las caídas, los obstáculos, el esfuerzo no retribuido, la gente mala, los malos hechos, las palabras feas, las frases turbias, los malos entendidos, todo junto, lo peor de este mundo tan bonito, consigue a la larga que puedas valorar los detalles al milímetro.
Plantaré en el jardín una semilla que llegó a mis manos hace tiempo, y que por culpa de mis mil y un despistes había dejado en el olvido. La semilla está cargada de optimismo, tiene una tonalidad rosa opaca, echa raíces en dos días y brotes de color y fantasía.
Igual brota el lunes una copa de buen vino, el martes la recomendación más acertada, el miércoles chucherías y vinilos, el jueves te abre la página adecuada de aquel viejo libro y los viernes, sábados y domingos, sólo te aconseja atender a los que te rodean, darle muchos besos y mimos.
Cuando fuera llueve y observo por la ventana al gran árbol en el que se ha convertido, mis ojos no pueden pararse a contemplar tanto batiburrillo, aÍslan cada hoja de cada rama y recuerdan todas las razones por las que ahora así lo miro: las caídas, los obstáculos, el esfuerzo no retribuido, la gente mala, los malos hechos, las palabras feas, las frases turbias, los malos entendidos, todo junto, lo peor de este mundo tan bonito, consigue a la larga que puedas valorar los detalles al milímetro.
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