Días de frío, horas perdidas, semanas sin sentido, parece que el tiempo en invierno pasa sin más, sin ningún fin.
Imagen y semejanza de lo que pasa dentro de mí en este preciso momento.
Rutina, me mata, no sé de que especie estoy hecha, pero en cuanto llevo un determinado tiempo haciendo lo mismo, se acopla una tristeza a mi lado que cuesta dejarla encerrada en algún cajón, si es que no tiene un buen candado.
Es entonces cuando busco sin cesar momentos de soledad para hacer lo que deseo, huyo de la obligada cortesía y pienso únicamente en mí, siento entonces una gran liberación, un "ahora sí soy yo" y no cuando me disfrazo cada mañana para dar paso a la gran función del día.
Ni siquiera los que tengo alrededor se dan cuenta de mi dicotomía, tengo fama de ser tímida, seria, y únicamente es prudencia, a la hora de hablar, a la hora de actuar, no suelo dejarme llevar por impulsos, las veces que me arriesgué me di de bruces contra la realidad.
Durante unas semanas he vivido un sueño, creí que esta vez iba a hacerse realidad, como en tantas otras ocasiones llegó el momento de la decepción, nada resulta fácil para mí, pareciera que para llegar a un mismo objetivo, los demás debieran andar 2 kilómetros y yo 200 más.
No pasa nada, otra vez será, no debes agobiarte, ya llegará, palabras que oigo y dejo pasar sin más, porque cuando estas harta de que lleguen las cosas que no quieres que pasen, y de que no pasen las cosas que quieres que lleguen, no quiero palabras etiquetadas para cualquier ocasión, quiero que comprendan que sí pasa algo, que sí me preocupo, que la próxima vez no será como esta, que me agobio porque es mi vida, mi cuerpo y mi situación.
Por eso no hablo sin conocer, no opino sin haber experimentado, no doy consejos sin estar en el lugar del otro.
Fuera comienza a nevar.