miércoles, 17 de abril de 2019

DESGASTADOS

De la red
Entré en el quirófano con media vida y no precisamente por tener afectado gravemente algún órgano, sino porque ya había gastado las reservas acumuladas en la infancia que servían para mantener intacta la esperanza y la alegría.

El cirujano me extirpó un tumorcillo sospechoso. Parece ser que era el causante de la imaginación tan desbordante que convertía mis días en cuentos de irrealidad y fantasía. A partir de ahora, -me dijo con la voz entrecortada, lo que veas será verdad, casi todo lo que comas será natural, parte de lo que toques te escocerá y todo lo que sientas te dolerá.

Se supone que ese es el precio a pagar por recuperar la complejidad de la vida. Y no sé por qué, pero desde entonces me siento vacía. 

Me niego a creer que las manchas de la piel son solo el resultado del paso del tiempo. Prefiero pensar que alguien en alguna parte está usándonos como lienzo. 

Para mí las arrugas son un GPS personalizado, las profundas son carreteras recorridas varias veces al día y las moderadas son caminos que aún no han sido explorados. 

Y el latir de mi corazón, ese que poco a poco se va reduciendo, está causado por soportar la presión, durante tanto tiempo, de compartir la misma sangre intentando ser uno frente a dos cuerpos. 

lunes, 1 de abril de 2019

CON LUPA

De la red

Soy la mota de suciedad acumulada en la esquina más escondida de tu ventana. Te veo llegar por las noches y salir por las mañanas. Al irte te noto tensa, nunca sabes si volverás como te fuiste, con más carga o menos plena. Sin embargo cuando entras en casa tienes cara de aliviada, te sientas en el sofá, me miras y piensas que en algún momento tendrás que limpiar esa sucia ventana.

Soy la pelusa de polvo escondida debajo de tu cama. Empecé siendo pequeña, después mediana y ahora soy tan grandota, que podría fabricarme cuatro pezuñas y hacerme pasar por tu mascota.
Oigo tus miedos durante la noche, vislumbro tus sueños y entiendo tus gritos. Solo siento pánico cuando se te caen las monedas y al agacharte piensas que deberías barrer más a menudo, porque parece que hay vida ahí abajo y yo, a veces, hasta lo dudo.

Soy una pequeña telaraña que lleva un mes colgada en tu lámpara. Busco arácnido que me alquile y mientras tanto te observo con lupa. He conseguido ver el movimiento de tus pensamientos, tus descargas neuronales, esa cana incipiente y algunos deseos prohibidos. De repente alzas la vista y piensas que podrías comprarte un plumero o bien adoptar una tarántula paracaidista. 

La mota de suciedad, la pelusa de polvo y la pequeña telaraña han creado un sindicato para evitar ser eliminadas. Tú las observas desde lejos y, una vez más, piensas que ahora mismo no podrías estar mejor acompañada.