De la red |
Como una bailarina con pies doloridos me siento, esa ilusión de que por fuera estás perfecta pero por dentro muriendo.
Tengo un moño alto donde guardo la rigidez de mis días, espinitas de pescado finas que de vez en cuando clavo entre las uñas para sentir que estoy viva.
Cuando lo deshago todos mis pensamientos se esparcen como el mercurio vertido en la nada, ese que se marcha y no vuelve pero que si lo bebes, te mata.
Mi tutú tiene cientos de capas mullidas, normalmente esconden traumas entre alguna alegría. Los primeros están almidonados con maizena en mi casa, las segundas han creado encajes y aparentan ser sonrisas manchadas de tomate.
Y por último las zapatillas recogen la historia de mi vida: pasos, saltos, carreras, frenazos, todo lo que va sucediendo, como es mi estilo, con zancos y además de puntillas.