jueves, 26 de julio de 2012

SUS MAJESTADES


Cogeré un avión en breve y aterrizaré en vuestra tierra.


Observaré las puestas de sol, los amaneceres, la forma de vestir, de hablar, de comer, de mirar.


Me mimetizaré e intentaré pasar desapercibida, aunque las uñas pintadas de rojo delaten mi procedencia.


Cuando me ponga frente a un camello, me fijaré en sus pestañas, abanico de pelos tiesos, que protegen, adornan y calman.


Buscaré en pleno desierto al Principito, por si me llama. Soñaré que alarga la mano y que me cuenta historias de las que nunca se acaban.


Y entre sueño y sueño, cerraré los ojos estando despierta, cargaré mis huecos de olores, de luz, de esencia. Querré tocar lo intocable, comer lo que te enferma, ver como se vive y muere, oler de cerca la pimienta...


De tus jorobas no hablamos, fuente de vida y supervivencia, el contraste entre lo práctico y lo estético, y eso es tema aparte que trataré más adelante con mucha delicadeza.

miércoles, 18 de julio de 2012

CANSADA

Como si hubiera plegado mis alas, dobladas cada una a tamaño reducido, teniendo precaución para que las esquinas queden bien cuadradas unas con otras.


Capita de hidratante con factor protector solar alto, para que su aspecto el día de mañana resulte impecable a ojos de los demás.


Sin ese impulso extra que te dan las alas, ese dejarte llevar mientras piensas en otras cosas, cada paso se me hace un mundo, mis pies son losas cementadas cincelados a base de golpes, con final tan llamativo como una gran obra de arte vulgar.


Sentarse en la mesa para comer y encontrar el plato vacío, hacer el esfuerzo de estirar la mano y llevarse a la boca, aunque sea indigesto, a un perrito cualquiera que pasaba por allí despistado.


Soltar un suspiro por soltar algo, oír un sonido por escuchar ruido, fijar la mirada por tenerla ocupada, sentir el límite del cansancio y seguir de pie, con llagas, pero con ganas.




miércoles, 4 de julio de 2012

CAMINOS

Dos mariquitas se posan en un cardo.


Una por arriba chupa, otra por abajo liba.


No se molestan, no se incordian, un claro ejemplo de lo que es compartir.


¿Qué mezcla de vientos, aires, temperaturas y/o lluvias las habrán llevado hasta allí?


Si crees en el destino está claro que hay un motivo, quizá la historia empiece con una mirada, caída de pestañas mariquiteñas incluida, puede ser el roce de patita llena de pelos casi sin querer, o desear compartir un chupito de savia o clorofila y comenzar una charla de esas que te dejan prendada...


Es posible que todo ocurra en cuestión de minutos, siendo mariquita el tiempo pasa demasiado rápido, al día siguiente pedida de pata, sin perder tiempo acicalar las motas de las alas y plantarse el velo como claro ejemplo de retiro de la vida exterior.


Y desde entonces hasta hoy, viajar juntos y no separarse nunca, volver el año que viene al cardo y recordar que un día, a una determinada hora, el destino los juntó y contra eso, no hay nada que valga.