Pongo punto y final a una semana que no sabría como calificar, parece imposible que siete días hayan dado para tanto. Así estoy yo, colapsada por tanto bueno y tanto malo, sin saber si debo sonreir o gritar.
Y como ir sonriendo de contínuo no dice mucho de una e ir gritando mucho menos, he llevado a cabo dos tareas para desahogarme. Lo primero, comienzo un blog sin saber si le va a interesar a alguien, sin tener la certeza de que voy a encontrar palabras para rellenar este espacio, pero con ilusión y con el objetivo de expresarme y recibir la opinión desinteresada y objetiva de quien no me conoce.
Lo segundo ha resultado ser una experiencia casi paranormal: decidí pintar un cuadro, ayer por fin me armé de valor y con todo el instrumental preparado comencé a darle vida al óleo que en principio no me decía nada. Mi objetivo era hacer algo abstracto para rellenar una pared vacía, el resultado no me gustó demasiado, pero tengo la disculpa de que era el primero y además soy autodidacta.
El enigma se planteó cuando mi hermano vino a casa de casualidad y al verlo me dice "uy, una horca", observé el cuadro y efectivamente, parecía una horca (no una orca).
Soy muy reflexiva y desde ese momento no dejo de pasar al lado del cuadro y pensar qué me pasaría por el subconciente para que el resultado haya sido ese.
Aunque, también pienso que no debo de haberlo hecho del todo mal, al menos he conseguido que alguien le encuentre sentido a mi creación.
Ahora viene la encrucijada de a quién le regalo ese cuadro, por el mensaje y porque, evidentemente, no quiero una horca encima de mi cama, upss.
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2 comentarios:
Bien por hacerlo y da igual que no sepas a quien regalárselo o si es una horca o una orca:-). Lo importante es que te hayas animado a hacerlo. Bss.
Kiri: los dos siguientes me han quedado preciosos, a punto ya de colgarlos en la pared.
Esto me gusta.
Un beso.
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