domingo, 11 de enero de 2009

GLAMOUR





Navidades en París: retrasos en los vuelos, frío, mucha gente esperando subir a una torre, frío, a entrar en un museo, frío, a sacarse una foto en el famoso arco o en el moulin rouge, más frío..., aún así no quiero congelar, más aún, al personal contando mi heladora experiencia que comenzó con la genial idea que me dio un día de querer pasar una Nochevieja diferente, dicho y hecho, así fue.



Me quedo con el glamour que se respira en esa ciudad, que conste que estuve hace años y no percibí esa ola de elegancia que baña a todos y cada uno de sus habitantes. Claro está, que hace años una iba de viaje de fin de curso y la mente y la vista estaban puestas en otros menesteres.


Un color, el negro: abrigos, pantalones, botas, bufandas, guantes, gorros, una uniformidad que por momentos te hacía sentir totalmente fuera de lugar al ir vestida de marrón o con vaqueros, ¡ya lo creo que parecíamos guiris!!.

Al tercer día me integré y salí a la calle de luto riguroso, lo más sorprendente es que no fue una decisión meditada, sino que debió formarse durante la noche al juntarse las imágenes del día y el subconsciente, y salí a pasear con el look típico de francesa treinteañera viviendo en París.

Lo que no conseguí por razones obvias, fue acatar costumbres típicas en tan breve período de tiempo, más que nada porque no me interesaba cambiar el ritual de las uvas por un beso a un desconocido, como es costumbre allí, de esos con la bocaza y a tornillo a poder ser, que una vez al año y anteponiendo la excusa de la tradición hay que aprovechar la máximo.

Y ante el riesgo de que cualquier personajillo desdentado me tocará por azar, perdí la oportunidad de que un morenazo guapetón de esos que abundan por allí me agarrara cual princesa recién rescatada de la torre del castillo y me plantara un beso de película de esos que ya no se dan.

Creo que fui justa con mi media naranja, puesto que si nos hubiéramos arriesgado los dos y lo veo besando a otra, mediando, como no, la tradición, igual se cambia a partir del año que viene, el dar un beso por dar un puñetazo en el ojo a un desconocido/a, y le damos la vuelta a la tortilla, pero a la española, no a la francesa.

Y es que la vena racial es fuerte estés donde estés, y te pongas lo que te pongas.





6 comentarios:

Ingrid Dietrich dijo...

Me ha encantado ese toque mujer española visceral... Sobre todo coherente. Me parece que hicste una genial elección.
No conozco París, y gracias a ti ya sé que no debo ir en Invierno. Sobre el glamour... Es pura fachada. Y donde se pongan unos vaqueros para viajar que se quite todo lo demás.
Besos María

arMi arMa dijo...

Yo estube hace unos años y creo que no ví ese toque glamuroso tampoco, me pareció una ciudad normal, con gente normal, haciendo vida normal. Ni ví la ciudad "de las luces" ni nada parecido.

Un beso

cleira dijo...

Yo tampoco me hubiera arriesgado, ya que estaría más pendiente del beso que dan a mi pareja que del mio propiamente dicho, soy cotilla y me puede la curiosidad.

Noelplebeyo dijo...

Pues creo que París es una ciudad con una elegancia inigualable.

No se arreglan para lucirse, simplemente son así de elegantes.

Angie dijo...

Hola María! jajaja, a mi me parecia atractivo visitar alguna vez París, pero si llego a ir en invierno, que sea una salida de amigos, por que si llegase a llevar a la pareja (si llegase a tenerla)allí, obviamente no seria esa época para viajar asta allá.

Ase tiempo que no te escribía, la verdad e estado un poco ausente...

Si no me recuerdas soy temari, solo que me cambie el nombre y le ice unas cambios a mi blog, espero que te pases por allí y aver que te parece...

Nos leemos

Salu2
*Sally*

JAVIER dijo...

Me agrada el buen humor con el que nos cuentas lo que te acontecio en Paris.He reido mucho.

Saludos desde Japon.

PD: Sabias que en Japon la Virgen de Guadalupe no solo se exhibe en las iglesias?... Aca unas fotos.