miércoles, 9 de diciembre de 2009

Un día cualquiera


¡Qué humedad, por favor!
¡Qué suciedad, ay que ver!
¿Dónde está el azul transparente, el color del agua?
¿Dónde está mi pareja? lo perdí entre la espesura de este bosque de plancton, hongos y algas.
Va siendo hora de buscar otro destino, éste está demasiado contaminado, ¡ahhhh!, apenas cojo aire. Cuando me rozo con otro pez noto que me deja una babosilla que me da repelús.
Voy a dar un saltito para ver qué hay fuera ¡zas! uff, se respira peor, si te entretienes te quedas como el bacalao: desecado, pero sin sal.
Mmm, nadaré haciendo largos para ver si desemboco en algún río famoso, pero upss, trece brazadas a la derecha, trece hacia la izquierda y esto se acaba, cemento, no hay más. Va a ser verdad lo de que el número trece da mala suerte.
Uyyy, ¿qué ha sido eso? Suaves vibraciones llegan hasta mí. Un pétalo de rosa ha caído a nuestra agua. Qué ingenuidad pensar que aquí va a estar mejor que en su lugar de origen, cada cual en su sitio, aquí sobras, molestas, ñamm, te comí.
Eso te pasa por meter las narices donde no te llaman.
Uy, ¿en qué estaba yo?
*Conversación con sí mismo. Protagonista: el pez que nada debajo del pétalo, justo en el momento en el que se distrae al suceder algo para él novedoso. No tardó en hacer desparecer la distracción para volver a sus pensamientos, de los que no recordaba nada de nada.

2 comentarios:

Noelplebeyo dijo...

Es lo que tiene ser un pez, en un estanque...incapaz de imaginar otro mundo

Besos

María dijo...

Un pez o una persona cualquiera, ahí queda eso.

Besotes Noel.