Paseaba tranquilamente el otro día por la Plaza Mayor, esa tan famosa y repleta de gente de todos los puntos del planeta, cuando centré mi mirada en un objeto.
Recordaba haber tenido algo parecido cuando era pequeña, a modo de "cosa que no sabes de dónde salió ni para qué sirve, pero que gusta".
El hombre que lo había expuesto para venderlo pegó un brinco nada más ver que me paraba, creo que intuyó una buena venta, yo, con mi pinta de niña pija, parada frente a los puestos de fabricación artesana, pegaba más en las joyerías de los ositos tan famosos... pero estoy segura de que vio que no llevaba adornos, ni de ese tipo ni de otro.
Me comenta que son mandalas, hechos por él, originarios de La India (ya tenemos tema de conversación), pero aprendidos a elaborar en África.
Enseguida me doy cuenta del tipo de vida que ha llevado ese hombre, mmm, qué valor hacer lo que deseas.
Por un momento me abstraí, por supuesto que compré uno, con la rápida explicación de las diferentes figuras que se pueden hacer con él y el significado de cada una. Y aquí estoy, cogiéndolo de vez en cuando e intentando meditar, que, como suele decirse, tengo para rato.
Por un lado o por otro, todo lleva al mismo camino, esa búsqueda constante, ese aprender de los demás, esa curiosidad inagotable y esa sensación de que no voy a tener bastante tiempo para sentirme saciada.
Feliz, hoy sí.
3 comentarios:
María, más a menudo de lo que nos creemos encontramos señales, momentos, conversaciones, instantes, que nos retrotraen, nos plantean y nos ponen , en definitiva, a la altura de lo que somos. Recuerdo que encontré un viejo cromo de futbol de mi niñez...y fue como un meteoro de recuerdos, capaz de extraer instantes dormidos y extrapolar sonrisas dormidas
Besos... y vuelve de vez en cuando a esta plaza
Suerte pasear por la Plaza!!!!!!
las señales estan solo que no las queremos ver es asi besitos gaviota
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