Dos pajaritos me contaron que por las noches se encontraban furtivamente en el lugar con más claros del bosque, para que la luna reflejara su luz sobre ellos y así poder verse tal y como son, sin engaños ni postizos.
Se limitaban a observar: cada pluma fuera de lugar, cada mancha de barro o cada herida, informaba al otro de lo que había sucedido durante el día.
Sus picos no hablaban, su mirada lo decía todo.
Ella fue construyendo su nido en una zona donde no corre el aire ni se prevén peligros, ramita sobre ramita tomó forma y esperaba dentro, ansiosa, la llegada de la primavera.
Él, mientras tanto, salía en busca de alimento, volaba durante horas, peleaba por un gusano, bebía agua de lluvia y de vez en cuando, metía sus patitas en algún charco embarrado.
Aquella noche la luna no se mostró, las nubes la tapaban por completo y de repente, el viento provocó un tornado que se los llevó.
Aparecieron lejos de su casa, unidos para siempre y con forma de corazón, así permanecieron para siempre y aún hoy si buscas en medio del bosque, oirás un crujido sin lamento, que te provocará escalofríos para que reflexiones un momento y te des cuenta de que dejar las cosas para mañana, no es siempre la mejor opción.
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3 comentarios:
Hoy es el momento pajarillo ;-)))) Un besazo grande
no dejes de canturrear hoy , no vaya a ser que mañana te quedes pío
Ingrid: que así sea siempre!!!
Noel: la, la, la
Besosss
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