De la red |
Alguien que me conoce muy bien ha dejado caer que soy afortunada porque mientras que a la mayoría de los mortales se le asigna solo una vida, yo ya voy gastando la segunda y media...
...y no soy gato!
Me identifico más como pez. Pez pequeño, independiente, sin ataduras mentales, con numerosas escamas que me protegen de los dientes afilados del enemigo, con visión periscópica que me hace prever lo que va a suceder, con una habilidad sorprendente para correr y desaparecer cuando las olas van picadas, con la fortuna de poner huevos y olvidarme de ellos hasta volverlos a poner.
En mi primera vida aprendí a nadar mirando siempre al frente, formaba parte de un banco de peces dorados. Íbamos todos juntos a todos los lados, yo en el medio, terminé sintiéndome en una lata, peor que mis amigas las sardinas, pues yo no iba a ser comida.
Comencé la segunda nadando a braza a contracorriente, creo que alcancé aguas revueltas, el color no era el mismo, azul marino mucho más oscuro de lo normal y allí no se podía ver bien. Aprendí a reconocer las siluetas según se acercaban, el riesgo más grande era encontrarte a un pulpo gigante actuando como comediante. Te fiabas, te reías y cuando menos te lo esperabas, soltaba su chorro negro de tinta y te devoraba en ensalada, como si fueras un simple tomate.
Y la media que queda, esta que ya llevo gastada, está resultando ser de lo más tranquila y gratificante. Una mañana me pescaron en un descuido, con el susto yo me desmayé. Al abrir los ojos me encontré entre cristales, no había olas, no había peces, no podía huir, pero de repente vi un gato desvirtuado que me miraba con unos ojos de deseo como nunca antes nadie lo hizo por mí.
Entonces, solo entonces me di cuenta de que por primera vez era feliz. Se acabaron los peligros, se acabaron las corrientes, le atraía a otro ser vivo aunque, seguramente, nunca llegaremos a sentirnos. Pero gracias a mi memoria de pez, albergo cada mañana la esperanza de un encuentro fortuito que se desvanece cada noche cuando me pongo el antifaz para dejar de ver.
Dos vidas y media, y solo soy un pez.
19 comentarios:
Das una perspectiva nueva a una pecera que siempre m ha parecido la peor de las cárceles. En cuanto al gato, los felinos no se ocultan, aunque el agua les de tiricia, siempre tienen en mente la caza. No sabía que eras de sardina. Festival del humor. Por cierto, son las 4 y 10
Me gusta lo que has escrito, aunque deba reconocer que jamás tendría un pez como mascota, tampoco un pájaro. No sé, creo que tiene que ver con que no se me ocurre nada que pueda compensar el haberle cortado el vuelo a un ave, o la inmensa libertad del pez.
Un beso, bonita.
Un relato muy bonito. Has explicado tus dos vidas y media muy bien. Hay veces que se prefiere la seguridad a la aventura de vivir en libertad.Un abrazo
¡Precioso! Aunque coincido con A. en lo de las mascotas, has escrito una metáfora genial! Mi enhorabuena de verdad :-) Un beso!
Bonito lo que has escrito, me gusta aunque me da pena lo pequeño de la pecera..... =((((
besitos ♥
y a mi, que no me van los peces??
yo debo ser una gata, todo el día durmiendo y maullando (protestanto) jajajaja
besos.
Y gastar las vidas tragando saliva en cada paso y pensando en seguir luchando, como naegar en la noche y encontrar un faro.
Me gustó tu metáfora, tu forma de ver y sentir.
Mi abrazo ✴
La verdad está muy chulo...espero que llegues a la séptima..jeje,,un saludo desde Murcia...
Todo se puede ver desde otra perspectiva. Debemos aprender a mirar mejor.
Un beso
Te entiendo. Haces bien.
Besos.
Si es elegida, por qué no?
Abrazo.
Agradecida, metaforeando que es gerundio. ;)
Besos
Todo depende de cómo se decore!!
Besos
Pues observarás peces y más peces con tu mirada gatuna.
Besos
Se trata de no rendirse, de seguir adelante.
Abrazazo
Iré dejando escritos de cada una de ellas. 7! Muchas son! No?
Besos
que belleza de texto
Millones de gracias. Los ojos que lo leen también tienen su mérito.
Besazos.
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