Dos mariquitas se posan en un cardo.
Una por arriba chupa, otra por abajo liba.
No se molestan, no se incordian, un claro ejemplo de lo que es compartir.
¿Qué mezcla de vientos, aires, temperaturas y/o lluvias las habrán llevado hasta allí?
Si crees en el destino está claro que hay un motivo, quizá la historia empiece con una mirada, caída de pestañas mariquiteñas incluida, puede ser el roce de patita llena de pelos casi sin querer, o desear compartir un chupito de savia o clorofila y comenzar una charla de esas que te dejan prendada...
Es posible que todo ocurra en cuestión de minutos, siendo mariquita el tiempo pasa demasiado rápido, al día siguiente pedida de pata, sin perder tiempo acicalar las motas de las alas y plantarse el velo como claro ejemplo de retiro de la vida exterior.
Y desde entonces hasta hoy, viajar juntos y no separarse nunca, volver el año que viene al cardo y recordar que un día, a una determinada hora, el destino los juntó y contra eso, no hay nada que valga.
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2 comentarios:
lo q la madre naturaleza una, que no lo separe el pico de un pajarillo
oscar
Que así sea!!
Jeje.
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