miércoles, 22 de agosto de 2012

MISTERIO



Cuando se echa a andar por caminos desconocidos, hay momentos para la risa, momentos para el desaliento, minutos para la reflexión y otros que consiguen, y se agradece tener de nuevo esa sensación, dejarte paralizada y con la boca abierta.

Como si de un bar de tapas se tratara, unas cuantas cabras alternan subidas a un árbol de argán, sus pezuñitas abarcan lo ancho de la rama, pareciera que practican mimo, tai chi o que estuvieran jugando al escondite inglés perpetuo.

Son conscientes, o eso quiero pensar, de que el más pequeño movimiento las obligaría a tirar el lazo o soltar el paracaídas.

Y así me quedé yo, preguntándome si eran de escayola, robotizadas o peluches con movimiento, si tenían clavos o pegamento, si estaban educadas para obedecer u obligadas por el momento.

El misterio está ahí, yo tengo la respuesta: tan simple, tan triste, tan común, que prefiero dejarla abierta.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

un ensayo para el belén navideño

oscar

María dijo...


Mmm, frío frío.

A seguir pensando. ;)