Y es entonces cuando los fantasmas vuelven, vestiditos de blanco y con la bola a rastras..
Imagino cómo serían los míos si cada uno pudiéramos diseñar a nuestro antojo a esos seres inanimados: levitarían de lado girando como bailarinas, tendrían trencitas hasta las rodillas, sábana de felpa de colores chillones y gafas oscuras tapando su mirada.
Los vería venir de lejos y tendría tiempo para cerrar puertas y ventanas, les habría preparado una barbacoa en la terraza, para que se sentaran ahí y no osaran llamar a mi casa. Una vez saciados de carnes grasas, no podrían volar ni tentar a la gente, serían despedidos de la empresa por no cumplir los requisitos establecidos y entonces vagarían por las calles entre la gente, inofensivos, sin recursos, arrastrando la bola oxidada por la lluvia que inunda nuestras ciudades éstos días.
4 comentarios:
Jo...envías a los fantasmas a las listas del paro ;-)
Los fantasmas , al menos los mios, no aparecen. Van pegados a mí y surgen sin previo aviso. De todas maneras, también se asustan
Besos
los míos estarían en el bar tomándose la penúltima,...algo que hace un tanto que no hago;)
Al paro, a realizar cursos de formación terrestre.
;)
Si lo están haciendo ellos por ti, estupendo!
Aunque de vez en cuando no viene mal recordar tiempos pasados. ;)
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