Si volviera a nacer, renacería. Lloraría a pleno pulmón al sentir frío en mi piel. Me ahogaría la sensación de desapego físico al dormir sola en mi cuna, sonreiría a mi hermana mayor porque la quiero y la querría.
Si volviera a nacer me enfadaría, porque ya no se juega en la calle, ni hay peonzas, tabas o canicas.
Cogería la BH un buen día de verano y una vez tras otra pedalearía cuesta abajo, estampándome contra una puerta, esquivando una moto, saltando y girando, movimientos imposibles, que dan gusto al probarlos.
Sensaciones que se pierden con el pasar de los años, pero en el fondo se anclan y muy de vez en cuando el cuerpo te pide "riesgo", "movimiento", "espasmos".
Y eso es lo que me corre por las venas, sensación de libertad, necesidad imperiosa de salir a cabalgar, a los lomos de una yegua blanca o pinta, al natural, sin silla, sin riendas, sin maestro, sin circuito, ella y yo solas por el campo, evitando las subidas, ya que correr sin ver el objetivo despista a cualquiera y ya se sabe que perderse, en el campo o en la vida, resulta tarea difícil, por lo complicado que es encontrar la salida cuando hay más de un árbol frente a nuestra vista.
2 comentarios:
que el arbol no te impida ver el bosque es lo importante...todo aclarará...es cuestión de empeño y un poco de paciencia
besos, y yo no me volvería a estampar con la bici...seguro que me rompo cualquier cosa
El hacha a la espalda y la motosierra al lado, por si el árbol se empeña en captar toda mi atención.
;) Besos
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