Está guardada pero me mira. Siento sus sollozos por las noches, alarga una ruedecita y ansía salir corriendo. Yo le pido calma, debe pasar el tiempo para volver a estar unidas.
Me confiesa que anhela ver las estrellas, viajar a lo alto de un bus, sentir vértigo con los baches de las carreteras, quiere abrirse y cerrarse, cerrarse y abrirse.
Mientras tanto, los días pasan, cuando la veo de reojo pienso: ¡tú tan rosa y yo tan blanca!!
Y mucho me temo que este año la espera va a ser larga, porque si los proyectos se cumplen, no podré arrastrar tus ruedas por el camino, tendré que colgar a los hombros el peso de una mochila. La llevaré cargada y volverá llenita.
Pacienciaaaa me pide el cuerpo, antes toca ¡¡vivir los días!!
3 comentarios:
ya contarás...adonde se encaminan tus pasos...las mochilas permiten llevar todo cerca del corazón
besos
Ya sabes, caminando.
Un besooo.
En cualquier lugar puedes perderte y redescubrirte... Eso es viajar. :-)
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