CRECIENDO

Sin darte cuenta la vida te va llevando por un sendero que la mayor parte de las veces no esperabas. 

Suele ser lo más bonito: lo inesperado, lo no buscado... 

Durante este camino vas encontrando joyas, unas pulidas, seguras de su belleza, destilan color y superioridad, otras recién extraídas de la mina, con un tono opaco que no deja ver su brillo, tendrán que pasar por procesos dolorosos hasta adquirir la pureza que se espera de ellas.

Cuando de forma natural, sin esperar nada a cambio, formas parte del apoyo que necesita una amiga y un día recibes un mensaje en "una probeta" que dice:

              ...¿acaso se puede pedir algo más?

Para mí no hay mayor regalo que las palabras, para bien o para mal, quedan grabadas para siempre en ti, cierras los ojos y recuerdas el lugar exacto en el que fueron dichas, vuelve la sensación que te produjeron, por ellas deduces las intenciones o la mentira, con ellas explicas tus sentimientos e inquietudes.

No colecciono joyas o alhajas que adornen mi cuerpo, pero en un lugar escondido de mi interior, guardo minutos y minutos de palabras encadenadas que al descifrarlas en solitario me llevan a otra dimensión. Pesan menos que el oro, pero adornan lo mejor, ese hueco vacío que todos tenemos y que pocos consiguen llenar sin aditivos que inflen y adornen con ruido y sin razón.