Estaba yo tumbada, navegando entre realidad y sueño, cuando un hada madrina levitando apareció frente a mí.
Vestía raro, una mezcla entre look hippie, pues una rasta asomaba entre su cabello y estilo casual por sus zapatillas planas, que contrastaban con un vestido de princesa con volantes y lacitos deshechos adrede.
Tuve que frotarme los ojos para cerciorarme de que lo que veía era verdad, su vuelo no era estático y por momentos tuve la sensación de estar a la deriva en medio del mar.
Sacó su varita mágica de la mochila que llevaba a la espalda y la sacudió para quitarle el polvo que había acumulado estando allí guardada.
Como si de una conversación de whatsapp se tratara, comenzó a bombardearme con mensajes cortos que captaron de inmediato mi atención:
1. Soy tu hada madrina
2. Te concedo tres deseos
3. Cuando desaparezca no recordarás nada de esto
Y resulta que sólo recuerdo su desaparición, porque fue un hecho de esos que son únicos en la vida, de los que mientras lo estás viviendo no lo crees, con el que sientes una tranquilidad y una seguridad infinita porque estás convencida de que a partir de ese momento todo depende única y exclusivamente de lo que tú hagas o digas.
¿Qué pedí? No lo recuerdo, pero supongo que se cumplirán o es posible que sin saberlo, ya se estén cumpliendo.
6 comentarios:
Jo... Yo quiero un hada como la tuya...
Quiero que me concedan tres deseos...
Muchos besos, espero que se te cumplan :)
Pediste no olvidar su desaparición
Su presencia es mágica
La compartimos?? Estoy segura de que repartiremos bien.
Un besazo
Pudiera ser cierto, con eso me quedo.
Besos
María, que todo lo que pediste aunque no te acuerdes, se cumpla. Todos queremos un hada en nuestra vida y con toda seguridad que en algún momento llega, lo malo es que no nos percibimos de su visita. Un abrazo
Habrá que abrir bien los ojos y observar con más detalle a los que nos rodean.
Un abrazo
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